Escucho a personas de la fraternidad decir que “no” llevamos el mensaje, que “somos” el mensaje….

Quizá hace poco he tenido oportunidad de vivenciar esa diferencia.

Al poco de empezar en OA, veía los beneficios que me traía identificarme con otros comedores compulsivos.  Además eso me proporcionaba mucha alegría.

Tenía una contradicción entre el no quiero que se entere nadie, aquí podrían estar otras muchas personas que yo conozco, voy a gritarlo a los cuatro vientos… en fin que una vez más daba bandazos en un sentido o en otro.

Por ello, en cierta ocasión, traté de convencer a una persona amiga, para que viniera a nuestras reuniones. Le decía que hiciera lo que quisiera pero estaba claro que yo esperaba que viniera, etc.

Total fue un auténtico fracaso: vino, no volvió; entre ella y yo durante bastante tiempo nos sentimos violentas y como conclusión aprendí que:

            1.- No soy el Poder Superior, ni el Dios de nadie para saber qué es lo que conviene, o es bueno para otras personas.

            2.- Comportarme como si yo supiera qué es lo que debe hacer otra persona nos pone en situación violenta, no ayuda no avanzamos ni aprendemos… bah, nada de nada de nada.

            3.- Ayuda mucho más cuando me ven comportarme, hacer, etc. y me preguntan algo sobre mí… y yo hablo de mí, simplemente mostrándome al nivel que en cada caso pueda. Manteniendo las distancias entre otros y yo.

            El programa me enseña que lo que es bueno para mí no tiene por qué serlo para otros…

            Es decir respetando desde el positivismo, sin miedo, ni un exceso de desapego…

            4.- Etc. Etc.

            Hace poquito, una amiga que no recordaba –afortunadamente- como yo le daba la pelmada con OA- Comedores Compulsivos Anónimos

Nos hablaba sobre el interés de su hija por OA, entonces yo simplemente expuse con desapego que yo “era de OA” y algunos de los beneficios que me aportaba el estar y seguir dentro.

            Me costó un cierto esfuercillo contenerme, hablar desde el desapasionamiento y cultivar la templanza.

             Pero en mi fuero interno creo que ese mensaje llegó a puerto: mis palabras se escuchaban, se comparaban con la propia experiencia de mis oyentes, bueno, fue una bonita conversación. No se rompió en ningún momento la relación con mis interlocutores, no los puse en situación incómoda. Con todo creo que el mensaje llegó.

            Lo que hagan otras personas depende de sí mismas y de su poder superior, no sé ni que pasó ni qué pasará. Yo me sentí y me siento bien, muy bien. Contenta de mí misma, atenta para comportarme de acuerdo con los que yo creo mis límites, en fin, unos cuantos parabienes.

La distancia entre una situación y otra son 5 años de programa y recuperación en OA. En la primera de forma novata intenté pasar el mensaje, en la segunda, yo era el mensaje.